¿Cuántos River-Boca se juegan en tu empresa?

Lo que está sucediendo con la ya más que famosa final de la Copa Libertadores puede parecer de todo menos un ejemplo. Sin embargo, creo que este caso pone de manifiesto de una manera muy clara un aspecto fundamental que ocurre y que se suele pasar por alto también en el ámbito empresarial:

Poner el foco en lo que nos separa en lugar de en todo lo que nos une.

Perfil tipo del hincha de River:

-       Su deporte favorito es el fútbol.

-       Le apasiona tanto jugarlo como verlo.

-       Hace todo lo posible por ir al campo.

-       De hecho, planifica su fin de semana en función de cuándo y dónde juega su equipo.

-       Jamás se perdería un partido por motivos de trabajo.

-       Se pone contento cuando gana y triste cuando pierde.

-       Cuando ve los partidos les va diciendo a los jugadores lo que tienen que hacer.

-       Jamás se casaría en un día de partido. Llegado el caso, acabaría yendo al campo.

-       Transmite su pasión por el fútbol a sus hijos.

-       Sus colores favoritos son el blanco, el rojo y el negro.

Perfil tipo del hincha de Boca:

-       Su deporte favorito es el fútbol.

-       Le apasiona tanto jugarlo como verlo.

-       Hace todo lo posible por ir al campo.

-       De hecho, planifica su fin de semana en función de cuándo y dónde juega su equipo.

-       Jamás se perdería un partido por motivos de trabajo.

-       Se pone contento cuando gana y triste cuando pierde.

-       Cuando ve los partidos les va diciendo a los jugadores lo que tienen que hacer.

-       Jamás se casaría en un día de partido. Llegado el caso, acabaría yendo al campo.

-       Transmite su pasión por el fútbol a sus hijos.

-       Sus colores favoritos son el azul y el amarillo.

Hasta el último punto, los dos perfiles son idénticos. Sin embargo, se consideran enemigos acérrimos. ¿Por qué? ¿Por qué nos pesa más un 10% de diferencia que un 90% de afinidad?

Para mí, se trata de un factor cultural. Vivimos bajo una cultura cuyo foco está casi exclusivamente en la diferencia.

Esto puede tener consecuencias extremas del tipo: personas tirando piedras contra un autobús donde van los jugadores rivales. O consecuencias aparentemente no tan extremas del tipo: personas tirando abajo propuestas o iniciativas potencialmente muy rentables y adecuadas para la empresa porque vengan de una persona o un departamento con el que se tiene una afinidad de solo el 97,89% (modo ironía on). Porque, históricamente, la cultura empresarial también se basa en la diferencia y en la competición interna.

Poner el foco en la diferencia produce ineficiencias tanto en la vida como en la empresa.

¿Cuál es el sobrecoste que tiene que pagar un hincha de River o de Boca por venir a España a ver la gran final?

Y, del mismo modo, ¿qué sobrecoste pagamos en la empresa por mantener “enemigos” dentro y fuera de su estructura? Es probable que este último sea, directamente, incalculable.

Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?

La Comunicación NoViolenta propone un modelo de comunicación y de interacción entre personas que, precisamente, pone el foco, ya desde el lenguaje, en todo lo que nos une como seres humanos. Este hecho hace que la empatía hacia la otra persona pueda surgir de una manera natural y se ponga freno a la espiral de desencuentro que puede llegar a desembocar en un acto violento como el del ejemplo que nos ocupa.

Por mucho que tengan muchísimo en común, el hincha de River ve al de Boca como un auténtico enemigo y el de Boca al de River igual. ¿Cómo podemos entonces diluir esa imagen o etiqueta mental de enemigo del pensamiento y empezar a ver a la persona que hay detrás de la etiqueta? Porque en el momento en que las etiquetas nos impiden ver a las personas que hay detrás, empezamos un proceso de desconexión con la otra persona que puede terminar perfectamente en actos violentos como los que se han dado en esta final.

Siguiendo con el ejemplo de la final de la Copa Libertadores, un posible pensamiento de un hincha de River podía ser el siguiente:
Soy de River porque mi padre era de River. Y mi padre era de River porque mi abuelo era de River. Desde muy pequeñito voy al campo y sé muy bien lo que significa ser de River. Ya desde el colegio nos peleábamos en el patio por el simple hecho de ser de un equipo o de otro.

Hoy nos jugamos toda una final de la Copa Libertadores contra nuestro enemigo Nº1. Ganársela a ellos puede ser lo mejor del mundo y no quiero ni imaginarme lo que podría ser perder contra ellos, así que haré lo posible por evitarlo.

No pude ir a la Bombonera porque ahora la ley argentina prohíbe que los hinchas rivales acudan a los estadios por seguridad. Afortunadamente, el partido acabó en empate, así que ahora tenemos ventaja. El partido decisivo se juega en nuestro campo y estoy dispuesto a hacer todo lo posible para que mi equipo no pierda. Y eso puede incluir, perfectamente, tirar piedras sobre el autobús enemigo. Que les quede claro que en esta cancha no son bien recibidos.

Hincha de River siguiendo un proceso de Comunicación NoViolenta:

Primero, se traducen los hechos hacia una frase objetiva. De “jugamos la final contra nuestros archienemigos” a “la final de la Copa Libertadores 2018 es River - Boca”. Aquí no hay ninguna subjetividad en la frase, se trata de la realidad objetiva. A partir de ahí vamos bajando y analizando.

Sentimientos: estoy muy contento de que mi equipo haya llegado a la final. Estoy también agradecido y alegre por todas las eliminatorias que ha ido superando mi equipo. Siento también una gran ilusión por ganar la Copa Libertadores. Y al mismo tiempo, algo de miedo por perder la final, especialmente contra Boca.

Necesidades: supongo que este partido es la esencia de lo que significa el fútbol para mí: diversión, pertenencia, compañía y también refugio para desconectar de mi día a día.

Acciones:

O cómo puedo cuidar yo de mi necesidad de diversión, pertenencia, refugio:

Ese día puedo focalizar toda mi actividad en el partido. Desde por la mañana quedar con amigos e ir luego todos juntos al estadio.

Puedo tomar fotos de casi todos los instantes para que queden en el recuerdo.

Puedo cantar hasta quedarme totalmente afónico animando a mi equipo…

Lo que queda claro es que desde la CNV el foco no solo no está en la diferencia, sino que ni siquiera está en el otro. El foco está en mí y en cómo yo puedo cuidar de mis necesidades independientemente de los demás. Es cierto que normalmente una de las acciones del último punto suele ser casi siempre empatizar con el otro. En este caso, no ha hecho ni falta. Si yo acudo a un partido de fútbol con la mente puesta en cómo satisfacer mi necesidad de diversión, pertenencia, compañía… probablemente lo último que se me pasará por la cabeza será tirar una piedra a un autobús.

Al final el protocolo de la Comunicación NoViolenta me ayuda a ver que ser de River o ser de Boca, no me hace enemigo de nadie. Simplemente, se trata de dos estrategias diferentes para satisfacer unas mismas necesidades: diversión, pertenencia, refugio… Somos un 99% iguales, aunque muchas veces nos sigamos empeñando en vernos como enemigos por el 1% restante.

Además, cada vez que actuamos desde esa etiqueta del 1% que nos separa, solemos conseguir como resultado exactamente lo contrario a lo que pretendemos. Si el que tiró la piedra al autobús del rival pretendía ayudar a su equipo, creo que tener que jugar ahora la final en un campo neutral a miles de kilómetros y al que, probablemente, ni siquiera pueda acudir el propio hincha, no ha resultado de mucha ayuda.

En la empresa, sin llegar a esos extremos, ocurre algo bastante parecido:

Ejemplo:

Conflicto entre empleado que acaban de ascender a jefe y un empleado al que no le han dado el ascenso. El nuevo jefe quiere que su departamento rinda mejor que nunca y el empleado al que no han ascendido digamos que no está en su etapa más productiva.

Posible punto de vista tradicional de la situación:

Jefe: Este tío es un envidioso y un vago. Como me han dado el ascenso a mí, no quiere trabajar por envidia. Y ahora lo que hace es boicotearme a mí y al equipo.

Empleado: Anda que no se le ha olvidado rápido a este que hasta hace dos días era uno de los nuestros. Menudo trepa. Ahora nos exprime para quedar bien con los de arriba y seguir chupando culos.  

Estaremos de acuerdo en que desde las etiquetas o imágenes de enemigo resulta mucho más complicado entenderse. ¿Qué ocurre si vamos a las necesidades?


Jefe.

¿Qué necesidad le puede estar moviendo a él? A mí me sale la de reconocimiento, de ser visto, de aceptación en su nuevo rol. Para él es un nuevo reto y es probable que tenga interés en mostrar su capacidad, en contribuir para el beneficio de la empresa.

Empleado.

¿Qué necesidad puede estar moviendo al empleado? A mí me parece probable también que esta persona no esté pudiendo satisfacer su necesidad de realización, de crecimiento, también de reconocimiento. Que pueda necesitar duelo por lo sucedido y también un poco de espacio y comprensión.

Este modelo permite poner sobre la mesa todo lo que nos une por delante de aquello que nos separa. Así, lejos de vernos como polos opuestos, de repente, somos conscientes de que los dos podemos estar moviéndonos por la misma necesidad, solo que uno la ha podido ver satisfecha y el otro no. De nuevo, somos capaces de reconocer que nos diferenciamos en nuestras estrategias, no en nuestras intenciones profundas. Unas intenciones que están vinculadas al cuidado de nosotros mismos y poco tienen que ver con la otra persona.

En nosotros está decidir si el River – Boca se juega al final en el Bernabéu o en nuestras oficinas todos los días. Si queremos seguir jugando a encontrar las 7 diferencias o las 20.315 similitudes.

Javier NietoComment