Más allá de las soluciones parche

Imagina que vas andando cerca de un río y, de repente, ves que hay un niño que se está ahogando en el agua. ¿Qué haces? Probablemente, tu primera reacción sea la de lanzarte al río a por el niño. De hecho, es lo que haces. Y nada más salir con él en brazos, ves que hay otro niño ahogándose al que le va llevando la corriente. Sin pensarlo dos veces, dejas al primer niño en el suelo, compruebas que está bien, y te lanzas rápidamente a por el otro niño. Aún estás intentando sacarlo del agua cuando llamas la atención de otra persona que pasea cerca del río para que se haga cargo del niño que has dejado en la orilla previamente. Cuando por fin tienes a los dos niños a salvo, respiras tranquilo y empiezas a comentar la jugada con la otra persona. Pero no has dicho ni tres palabras cuando… “¡No puede ser!” lamentas en voz alta. Hay otros dos niños ahogándose en el río. Bueno, por lo menos ahora sois dos adultos, uno por niño. Os tiráis a por ellos. Cuando ya estáis a salvo los seis en la orilla, volvéis a ver a otro niño en el agua. Esta vez miras a la otra persona como diciendo: “Macho, este te toca a ti, que yo llevo ya 3 y tú solo 1”. Mientras el otro hombre va a por el niño que está en el agua, aprovechas para llamar la atención de dos personas más que vienen paseando a lo lejos. Te desgañitas para que vengan rápido a echaros una mano. Cuando te giras a decirle al otro que vienen refuerzos de camino, ves a otro niño sufriendo en la corriente del río. La otra persona aún está en el agua tratando de sacar al niño anterior, así que, aunque exhausto, te vuelves a lanzar al agua a por él. Cuando logras sacarlo y salir tú también, afortunadamente, los refuerzos están ya encargándose de los otros niños. Pero… un momento, no puede ser, ahora bajan tres niños más haciendo aspavientos por la corriente del río…

Esta historia se la escuché contar a Marshall Rosenberg una vez y no he vuelto a encontrarla en ningún material audiovisual disponible. Probablemente, este es uno de los motivos por los que me apetecía compartirla. El otro es que cada día la siento más vigente.

Cuando Marshall contaba la historia, él se realizaba la siguiente pregunta: “¿En qué momento empezamos a organizarnos para ir a ver qué demonios está sucediendo río arriba y quién está tirando a todos esos niños al río?”

A mí lo que más me gusta de esta historia es que me ayuda a ver claro que muchas veces acciones como la de sacar a los niños del río no son suficientes. Son un parche. Algo necesario para que los niños no se ahoguen, pero totalmente insuficiente para afrontar el verdadero problema: más arriba hay alguien tirando niños al río. Podemos seguir lanzándonos al agua cada vez que veamos niños en el río o podemos empezar a ir río arriba a buscar el origen del problema. Una acción pone foco en el síntoma y la otra en el origen.

Se puede decir que la segunda alternativa es, básicamente, la razón de ser de alley happ. Nosotros proponemos actuar directamente en el origen de muchos de los problemas que tienen las empresas. Peter Drucker lo dijo muy claramente: “El 60% de los problemas de las empresas son consecuencia de una mala comunicación”. En alley happ transformamos la forma en la que las personas se comunican e interactúan en las empresas para conseguir mayor rentabilidad, mayor felicidad y mayor sostenibilidad en las organizaciones.

Hoy día se escucha hablar en las empresas de inteligencia emocional y de políticas de bienestar o de felicidad. La pregunta es… ¿lo estamos aplicando como solución parche o como solución en origen?

Como diría Pau Donés: “Depende. De según como se mire todo depende”.  

Si la solución al estrés, por ejemplo, es una clase de Taichí a mediodía, mesa de ping pong en la oficina o paintball los últimos viernes de cada mes… bajo mi punto de vista, estamos sacando niños del río.

Al mismo tiempo, si la solución pasa por aprender a comunicarnos de una manera abierta, que favorece la colaboración y la participación, que da espacio a la realización de cada perfil y que tiene en cuenta las necesidades de todas las partes, entonces estamos buscando río arriba. Estamos utilizando la felicidad como motor de nuestra empresa y no como un parche temporal. Estamos yendo más allá de las soluciones parche.

Esto puede implicar una intervención río arriba en el modelo económico actual basado en el crecimiento por el crecimiento. Y también es posible que el crecer por crecer no tenga tantas bondades como pensamos. De hecho, no deja de ser el modelo utilizado por el cáncer, por ejemplo. Las células cancerosas crecen y crecen hasta que terminan con la vida del organismo en el que habitan y, con ello, con la suya propia. ¿Es ese el propósito de tu empresa, acabar con el planeta y con el ser humano?

En alley happ pensamos que muy probablemente no y te ayudamos a definir claramente tu propósito de empresa para que el verbo lucrar no esté siempre en el centro de todo. Ganar dinero siempre es y será muy importante para una empresa, desde luego. Al mismo tiempo y paradójicamente, hay otros factores que nos pueden ayudar mucho más a conseguir rentabilidad que poner el foco exclusivamente en el verbo lucrar. Nosotros proponemos que en el centro de todo estén los vínculos, las relaciones de todas y cada una de las personas que interactúan con la empresa. Desde clientes y empleados a proveedores y accionistas. ¿Por qué? Porque cuando cuidamos los vínculos cuidamos la felicidad de las personas y esto nos hace cuidar del negocio incluso más que si nos centramos exclusivamente en el verbo lucrar. Es lo que nosotros denominamos Involucracia. Una solución en origen basada en el verbo involucrar y que, por supuesto, incluye al verbo lucrar.

Si te apetece dar el primer paso para emprender tu camino río arriba, en este link puedes ver nuestra presentación oficial de Involucracia.

https://www.youtube.com/watch?v=OzZyOR-xTHY&t=333s

 ¡Feliz vuelta al trabajo!

 

 

Javier NietoComment