Que la creatividad te acompañe

El 13 de julio de 2018 dejé mi puesto como director creativo ejecutivo de una agencia de publicidad para embarcarme en mi propio proyecto basado en la Comunicación No Violenta. Ese día tenía muchas cosas claras y, al mismo tiempo, han sucedido muchas otras que no esperaba. ¿No es este uno de los mayores encantos de la vida?

Una de esas cosas que no podía ni intuir es que en esta nueva etapa la creatividad iba a acompañarme mucho más de cerca que durante mis 17 años por los departamentos creativos de agencias nacionales y multinacionales. ¿Cómo es eso posible? Te lo cuento encantado:

Mi camino ahora pasa por acompañar a las organizaciones en la implementación de una cultura involucrativa. ¿Qué es la cultura involucrativa? Podemos definirlo como un protocolo de comunicación que fomenta la conexión y la colaboración entre personas para mejorar el funcionamiento de empresas, colegios, instituciones, fundaciones, etc. La esencia de esta cultura involucrativa son los principios de la Comunicación No Violenta. Unos principios que se aplican de manera resumida, clara y lo más sencilla posible a través de lo que en la Involucracia denominamos intereses esenciales.

Hasta aquí, ni rastro de creatividad, ¿verdad? Quizá por eso tampoco supe preverla yo en mi nuevo camino. Sin embargo, es en este mismo momento donde comienza a hacer su aparición. En el mismo momento en que somos capaces de resumir o traducir un “problema”, conflicto o situación en los intereses esenciales que hay en juego por ambas partes. Ahí es donde las alas de la creatividad se preparan para desplegar todo su potencial.

En los conflictos solemos chocar en el plano de las estrategias. O se hace mi estrategia o se hace la estrategia de la otra persona. O se hace lo que yo quiero o se hace lo que la otra persona quiere. O gana uno o gana otro, y siempre hay una persona que gana y otra que pierde. El conflicto se plantea como un código binario: o sí o no, o blanco o negro. Parece que solo hay dos soluciones posibles.

¿Qué ocurre cuando introducimos los intereses esenciales en la ecuación? Que todo se transforma. Veámoslo con un ejemplo muy interesante que se dio en uno de nuestros talleres. La situación era la siguiente:

Comunidad de vecinos en una de esas reuniones en las que el buen rollo es la tónica general entre todos los vecinos (modo ironía on). Había un tema especialmente candente que preocupaba a los vecinos: acababan de pillar a uno de ellos saboteando la puerta de entrada al edificio para que no se pudiera quedar abierta. Y se había organizado una reunión de urgencia para tomar decisiones al respecto. El conflicto era más o menos el siguiente: en el edificio había muchas personas mayores (algunas en silla de ruedas) para las que resultaba muy difícil abrir la puerta del portal si iban solas. Muchas veces habían estado esperando mucho rato hasta que pasara un vecino que las pudiera ayudar a entrar. En días de lluvia esta situación podía ser especialmente tensa. Por ese motivo, la mayoría de vecinos acordó dejar la puerta del portal abierta durante el día. El portal daba a un jardín comunitario y la puerta de acceso a la calle se encontraba en el jardín, por lo que tampoco lo consideraban un problema de seguridad. Sin embargo, una pareja, la que fue pillada saboteando el mecanismo que permite que la puerta se quede sujeta, no estaba de acuerdo con eso ya que al dejar la puerta abierta se hacía mucha corriente en el edificio y entraba mucho frío en su casa.

Estrategia de la mayoría de vecinos: dejar la puerta abierta cada vez que entraban o salían del portal.

Estrategia de la pareja: cerrar la puerta cada vez que entraban o salín del portal.

Estrategia de emergencia de la mayoría de vecinos: en cuanto veían que la pareja entraba o salía del portal iban detrás y volvían a dejar la puerta abierta.

Estrategia de emergencia de la pareja: sabotear el mecanismo de sujeción de la puerta.

Queda claro el conflicto en código binario, ¿no? O se deja la puerta abierta o se deja la puerta cerrada. Parece que no hay más alternativas. Y por supuesto, a medida que el conflicto iba escalando, los reproches de una parte hacia la otra también crecían en proporción. Que si vosotros sois esto, que si los otros son lo otro. Que si no tenéis vergüenza, etc, etc, etc.

¿Cómo salimos de aquí? Gracias a los intereses esenciales.

Lo primero que hacemos es preguntarnos qué intereses esenciales hay detrás de las estrategias de cada una de las partes. En este caso, tras mucho dialogar, se llegó a un interés esencial que, además, era común para ambas: el cuidado. Unos querían cuidar de que las personas mayores del edificio puedan entrar sin problema y, el hombre que saboteó la puerta, quería cuidar de que su esposa no pasara frío.

En el momento en que ambas partes ven y reconocen tanto su interés esencial, como el de la otra posición, la energía cambia por completo. Ya no estamos en modo reproche, ambos son capaces de reconocer en el otro una intención legítima y humana por satisfacer una necesidad que también sienten como propia.

Es en este campo donde empieza a jugar la creatividad. Cuando pasamos de un conflicto que solo se puede solucionar de dos maneras, a dos intereses esenciales que se pueden unir mediante infinitas estrategias. Es cuestión de tiempo que surja la más conveniente para todos.

Lo curioso es que muchas veces surge bajo los mismos patrones que he presenciado durante mis 17 años de brainstormings en las agencias. Cuando desaparece el juicio de escena, cuando uno se siente libre de decir lo primero que se le pasa por la cabeza, es cuando la creatividad puede llegar a mostrar todo su potencial. Puede que esa idea “rara” que se pasa por la cabeza no sea la solución al problema. Al mismo tiempo, esa idea “rara” puede llegar a ser el estímulo perfecto para inspirar en otra persona la solución al problema.

Esto es, precisamente, lo que sucedió en el caso que comentamos. Una persona dijo que para ella la única solución posible era la de arrancar la puerta y listo. Muerto el perro, se acabó la rabia. De este modo, el marido no tendría ya nada que sabotear. Mi aportación en ese momento fue la de dejar claro, sin juicio, que esa solución solo atendía al interés esencial de una de las partes. ¿Qué pasaba con el interés esencial de la pareja?

Pero el comentario de esa persona ya había surtido efecto en la mente de otro de los asistentes que, al imaginarse el hueco vacío de la puerta comentó en alto:
“Un momento, ¿sabéis las cortinas estas como para que no entren las moscas que se ponen en algunas puertas? He visto que también las hay más gordas y de plástico, creo haberlas visto en cámaras frigoríficas para que no se salga el frío. ¿Y si ponemos en la puerta algo así para que el aire no entre?”

Silencio en la sala.

La creatividad en estado puro acababa de hablar. Y lo había hecho con una solución que no pasaba por quién tenía razón o quién estaba equivocado. Pasaba única y exclusivamente por cómo podíamos hacer para que los intereses esenciales de todas las partes se vieran satisfechos.

Esta es la base de la Involucracia y de la Comunicación No Violenta. Soluciones que cuidan siempre de lo mío y de lo tuyo. En las que los intereses de ambas partes se ven siempre satisfechos.

Un esquema  en el que no hay solo dos soluciones posibles, sino infinitas. Infinitas maneras o estrategias para conectar los intereses esenciales. En el ejemplo que hemos visto se podría haber optado también por estrategias del tipo:

-       Contratar a una persona para que abra y cierre la puerta cuando sea necesario.

-       Pagar entre toda la comunidad la diferencia entre el recibo de calefacción de la casa de esos vecinos y la media de los recibos del resto de pisos.

-       Establecer turnos voluntarios de personas dispuestas a que, cuando una persona mayor se encuentre con la puerta cerrada y no pueda abrirla, llame a su telefonillo y baje enseguida para abrir.

-       Que la comunidad comprara un protector de puerta para el frío para la casa de la pareja…

Todas estas soluciones cuidarían de los intereses esenciales de todas las partes y serían soluciones válidas. Pero de momento, nos quedamos con ese momento de silencio en la sala. Ese momento de ausencia de reproches, de etiquetas y de juicios. Ese momento en el que no entraron en juego ni las opiniones ni la inclinación política de cada uno. Ese momento en el que un rayo de creatividad pura atravesó los cimientos del conflicto para derrumbar y hacer añicos el muro que separaba a ambas partes.  

Que la creatividad nos acompañe.

Javier NietoComment