Felicidad sin aditivos

Muchas veces he tenido la sensación de que podía ser “feliz con”. “Feliz con” este objeto, “feliz con” este puesto, “feliz con” esta persona…

Y mirando un poco mi experiencia personal puedo asegurar con bastante firmeza que a mí la “felicidad con” no me ha funcionado nunca. Aún así he continuado probando una y otra vez, a ver si a a la cuadragésimo sexta iba la vencida. Pero no. Paradójicamente, la “felicidad con” casi nunca nunca se ha traducido en felicidad en mi vida. Sobre todo en términos de felicidad duradera, más allá de algún destello efímero.

Lo curioso es que con este pensamiento de:

Con esa casa seré feliz,

Con ese puesto seré feliz,

O con esa persona seré feliz,

Cuando estos objetivos no se cumplen, no soy feliz.

Y resulta que cuando estos objetivos se cumplen, tampoco soy feliz. ¿Qué está pasando aquí? 

Hace exactamente un año estaba en un pequeño pueblo holandés cerca de la frontera con Alemania en una formación/retiro de 9 días de Comunicación No Violenta. Una noche, en mitad de la experiencia del IIT (International Intensive Training) me hacía precisamente esta misma pregunta: ¿qué está pasando aquí?

El primer día de retiro encajé mucho con una persona. Estuvimos contándonos nuestras vidas y se generó una gran conexión entre nosotros. Recuerdo pensar en qué suerte había tenido de encontrar algo así el primer día, ya que yo era el único español en el evento y me había aventurado a ir solo y sin conocer a nadie.

El caso es que los días iban pasando y no volvía a hablar ni a tener contacto con esa persona de nuevo. En ocasiones pensaba incluso que me podría estar evitando. Empezaba a frustrarme un poco, la verdad.

Y en esas llegué a esa noche en la que me hacía la pregunta: “¿Qué está pasando aquí?” Y cuando decía “aquí” me refería a dentro de mí, no a aquello que me pudiera imaginar sobre la otra persona: me ignora, pasa de mí, etc. La respuesta que me vino no pudo ser más clara y concreta: quitar el “con”. Yo quería “conectar con” y ahí tenía un problema porque… no dependía de mí. Dependía de que una persona específica decidiera conectar o no conmigo.

Estaba poniendo mi “felicidad” fuera de mí.

“¿Cuál sería la respuesta de la Comunicación No Violenta?”, pensé. Lo cierto es que lo tenía fácil. Yo quería “conectar con”, con lo que mi necesidad clara era necesidad de conexión. Y no “conexión con”, “conexión” a secas.

“Conexión con” no es una necesidad, es una estrategia, una acción concreta para satisfacer mi necesidad de conexión.

Seguramente, mi estrategia favorita y, al mismo tiempo, una de las muchas estrategias o acciones que puedo tomar para satisfacer mi necesidad de conexión. Aquí está la clave de todo. Cuando yo soy consciente de que necesito “conexión” y no “conexión con”, es cuando todo empieza a cambiar.

Esa noche tumbado en la cama de mi habitación de Holanda estaba a oscuras y, sin embargo, como ya he dicho, lo vi todo muy claro. Conectar con esa persona era solo una estrategia y tenía a mi disposición 79 estrategias más (éramos unos 80 en el encuentro). No necesitaba “conectar con” esa persona, necesitaba “conexión”. A secas. Sin añadidos. Me quedé frito al instante.

Al día siguiente coincidí en los talleres de mañana y de tarde con dos o tres personas que, acabamos comiendo juntos, cenando juntos y, a día de hoy, nos conectamos una vez a la semana por Skype para practicar CNV entre nosotros y mantener vivo nuestro contacto. También, a día de hoy, cofacilito talleres en Madrid con otra de las personas que conocí durante esa experiencia. Puedo decir que mi necesidad de conexión está más que satisfecha y, por tanto, estoy más que feliz. Feliz sin añadidos. Feliz porque fui capaz de identificar mi necesidad y diferenciarla de mi estrategia favorita para satisfacer mi necesidad. Es más, a día de hoy sigo sin conectar con esa otra persona (mi estrategia favorita). Si no hubiese sido capaz de identificar mi necesidad, es probable que a día de hoy continuara infeliz en ese sentido. Y nada más alejado de la realidad a pesar de que mi estrategia favorita no ha sido satisfecha. Luego mi felicidad no depende de mis estrategias o acciones favoritas, sino de identificar esas necesidades genéricas que hay detrás de ellas y satisfacerlas.

Es una felicidad genérica, sin añadidos e igual para todos, ya que esas necesidades genéricas son comunes a todos.

Esta práctica es la base de la Comunicación No Violenta y de las culturas involucrativas que ayudamos a establecer en las organizaciones.

A mí y a las organizaciones con las que trabajo la “felicidad sin” (sin centrarse en la acción sino en la necesidad) nos trae muchas más satisfacciones y resultados que la “felicidad con” (poniendo el foco en nuestras acciones favoritas). ¿Significa esto que a ti te va a pasar lo mismo? Quien sabe. Puedes contrastar los resultados que obtienes hasta ahora y actuar en consecuencia. O no. Tú eliges.

 Muchas gracias por leer hasta aquí y feliz miércoles.

Javier Nieto1 Comment