¿Seguimos estando mosca?

Estar mosca comúnmente suele significar que nos encontramos en un estado de enfado. Sin embargo, aquí vamos a ser mucho más literales. Nos referimos directamente a la mosca como insecto. A ese ser vivo que los científicos catalogan como “musca doméstica”. No os dejéis intimidar por la complejidad y sofisticación del nombre científico, a esa mosca la conocemos todos.

Probablemente no sepamos muy bien cómo entró en nuestras vidas, pero el hecho es que lo hizo. Un día, mientras hacíamos cualquier cosa por casa, empezamos a escuchar unos ruidos extraños. Unos pequeños golpes acompañados de un intermitente zumbido. ¿Qué será eso?, nos preguntamos. Al girar la cabeza, pudimos verlo con nuestros propios ojos. Ahí, estaba. Con más moral que el Alcoyano. La mosca de la ventana.

¿Cuántas veces puede golpearse una mosca contra una ventana? ¿Lo habéis contado alguna vez? ¿Existe algún refrán del tipo: ”la mosca es el único animal que se tropieza 1.234.455 veces con la misma ventana”? ¿Qué está sucediendo realmente ahí? Hoy vamos a intentar arrojar un poco de luz sobre esta situación.

Lo primero es detectar cuál es el objetivo de la mosca. Y parece muy claro: salir de la casa. Hasta aquí todos de acuerdo, ¿no?. ¿Hay algo raro con ese objetivo? En principio no, ¿no? Parece tan lícito como cualquier otro. Vayamos pues a analizar la estrategia. ¿Qué estrategia elige la mosca para salir de la casa? ¿Intenta atravesar el cristal de la ventana? ¿Intenta atentar contra las leyes físicas que impiden que su cuerpo, por pequeño que sea, sea capaz de atravesar una lámina de cristal? La respuesta todas estas preguntas podría ser un sí, pero nos falta la pregunta clave: “¿Es la mosca  consciente de que lo que le impide salir es un cristal?”

Seguramente, no. Ella quiere salir porque cree que no hay nada que se lo impida. Y se choca una y otra vez contra algo que desconoce. Podríamos decir que confía en su percepción más que en el resultado objetivo que está obteniendo una y otra vez.

Lo que nos lleva a otra pregunta interesante: “Si la mosca pudiera ser consciente de que ahí hay un cristal, ¿intentaría atravesarlo una y otra vez con su cabeza?” Probablemente la mosca no, pero… ¿Y los seres humanos?

¿Cuántas veces nos hemos dado una y otra vez contra la misma situación metafórica o literalmente? ¿Cuántas veces nos hemos parado y pensado en lo que quizá no estábamos entendiendo de la situación y cuántas veces hemos seguido chocando una y otra vez? ¿Cuántas veces hemos hecho caso omiso a los chichones, metafóricos o no, en nuestra cabeza?

Podríamos remontarnos a los tiempos en los que se creía que la tierra era plana. Porque, claro, nosotros la percibimos plana, así que la tierra tiene que ser plana. No hay otra opción. Este un ejemplo representativo del pensamiento mosca: yo no lo percibo, luego no existe. Nadie puede decir que no exista una lógica detrás, si bien los hechos nos muestran que se trata de una estrategia absolutamente ineficaz.

Pero vayamos a un ejemplo mucho más actual: la gestión de las personas en las empresas hoy en día, año 2018.

¿Cuál podemos decir que es el objetivo básico de las empresas? Ganar dinero, ¿no? ¿Tenemos algún problema con ese objetivo? En principio, como objetivo, parece tan lícito como cualquier otro. Vayamos a analizar las estrategias. ¿Qué estrategia mayoritaria se sigue en las empresas para tratar de conseguir ese objetivo?

Una de las más extendidas es exigir a los trabajadores. De nuevo, tiene su lógica. Si yo quiero ganar más dinero, puedo pensar que exigiendo más a mis trabajadores ellos trabajarán más y, por tanto, la empresa obtendrá mayores rendimientos económicos.

¿Esto funciona?  Vayamos a la experiencia. ¿Cuándo nos ha funcionado esto? O a lo mejor la pregunta es: ¿Durante cuánto tiempo nos ha funcionado esto? Porque esta estrategia solo puede funcionar de manera rentable en el corto plazo. A medio y largo plazo la rentabilidad se va a caer por el lado de la motivación del personal, la rotación del personal, el ambiente laboral... Pero no me creáis a mí, verificadlo con vuestra experiencia.

¿Estamos como empresas barajando nuevas estrategias para alcanzar nuestro objetivo de una manera más eficiente o estamos una y otra vez chocándonos contra el mismo cristal? Un cristal llamado “la única forma de obtener rentabilidad de un trabajador es exigirle mucho”, por ejemplo. ¿Cuantas veces más estamos dispuestos a chocar contra ese cristal?

¿Y si estamos siendo una empresa mosca? ¿Y si creemos que encima de que ofrecemos trabajo a las personas ellas no nos lo están valorando? ¿Y si pensamos que el problema está en el cristal y no estamos abiertos a cuestionar nuestra propia percepción?

Afortunadamente, aún cuando pensamos que el problema está fuera, la solución siempre está dentro de nosotros. ¿Qué se nos puede estar escapando como empresa? Bajo mi punto de vista, las enseñanzas de la Comunicación NoViolenta: las leyes universales del comportamiento humano.

Con esta herramienta podemos adquirir consciencia de por qué los demás se comportan como se comportan y por qué nosotros nos comportamos como nos comportamos. Es decir, en nuestro ejemplo, podemos empezar a ver todos los cristales que no veíamos antes en las relaciones humanas y podemos empezar a crear estrategias alternativas que nos permitan servir mejor a la consecución de nuestro objetivo. Porque nuestro objetivo es el mismo, lo único que hacemos es tratar una nueva estrategia mucho más eficiente para conseguirlo.

¿Por qué miramos con aires de superioridad a la mosca que se choca una y otra vez contra la ventana? Porque nosotros sí que percibimos la ventana y comprendemos que lo que está intentando hacer la mosca atenta contra las leyes universales de física. Es imposible que una mosca, por muchas veces que lo intente, consiga atravesar un cristal. Lo vemos clarísimo.

Ahora podemos ver igual de claro por qué no funciona la exigencia. Porque la exigencia y el juicio generan rechazo en las personas. Es una ley universal. Podemos comprobarlo en nuestra experiencia vital. Los juicios y las exigencias son la base de la comunicación violenta. Esa que hace que las personas no conecten y se alejen cada vez más. No nos ayudan a generar resultados económicos más allá del muy corto plazo y a costa de comprometer el medio y el largo.

Si continuamos exigiendo y exigiendo como empresa, no solo nos resultará difícil generar relaciones sanas e ingresos económicos sostenibles, nos resultará tan imposible como le resulta a una mosca atravesar el cristal de la ventana.

Afortunadamente, la solución está en nosotros. ¿Nos compramos un casco o tomamos perspectiva y nos permitimos ver la otra ventana que está abierta de par en par?

Javier Nieto